viernes, 23 de noviembre de 2012

   En este momento me veo asediada por un paisaje blanco e inhóspito y lo peor es que se trata de un paisaje ficticio porque la nieve a la que me refiero es la que pulula por las tres cuartas partes del cuento que estoy corrigiendo. La nieve me hiela y me rodea implacable, se ha vuelto más presente que la realidad misma, al igual que el personaje (la mujer del relato) que me anda exigiendo que la lleve de una vez por todas hasta las últimas consecuencias o la deje en paz para siempre en lo más negro del nicho de tinta.
   Si duro es escribir, corregir es de fakires.
   Paseo del pasillo a mi estudio como una peripatética griega, devanándome el seso, rumiando lo escrito, afanándome en hipótesis creativo-estratégicas mientras mis dos gatas se niegan a acompañarme en los pasos y me observan pánfilas, ya cenadas y ventajosamente envueltas en su pelaje de abrigo para enfrentar la nieve    que ya me está congelando los dedos que necesito para escribir.
   No sé si darme a la bebida o al misticismo.

viernes, 26 de octubre de 2012

Me irritan los poetas que mentan el alma como un salvoconducto que otorgara el privilegio de circular de cualquier modo por los versos. Como si por obra de nominarla -el alma- se operara con gracia metafísica.    

lunes, 17 de septiembre de 2012

Antes de hacer el amor...


Clarice Linspector:


"Al llegar a casa no empecé a leer. Simulaba que no lo tenía, únicamente para sentir después el sobresalto de tenerlo. Horas más tarde lo abrí, leí unas líneas maravillosas, volví a cerrarlo, me fui a pasear por la casa, lo postergué más aún yendo a comer pan con mantequilla, fingí no saber dónde había guardado el libro, lo encontraba, lo abría por unos instantes. Creaba los obstáculos más falsos para esa cosa clandestina que era la felicidad. Para mí la felicidad siempre habría de ser clandestina. Era como si yo lo presintiera. ¡Cuánto me demoré! Vivía en el aire... había en mí orgullo y pudor. Yo era una reina delicada.
A veces me sentaba en la hamaca para balancearme con el libro abierto en el regazo, sin tocarlo, en un éxtasis purísimo. No era más una niña con un libro: era una mujer con su amante."



sábado, 25 de febrero de 2012

Asaltar la flor



El tiempo pasa. Me esfuerzo en pensar que no importan los entornos, las casas, las contingencias materiales; que importa el continuum interno de la vocación, de la necesidad que persiste: el arte -esa flor que pulverizar-, y el pensamiento, y  la crítica... Los seres queridos pueden volvernos acríticos: temor a salpicarlos  con nuestras teorías, nuestras equidistancias, nuestras réplicas, miedo a que se resienta el afecto que nos profesan. Pero sí, el arte requiere valor. Copio de un blog vecino esta cita de Bolaño: "Casi todas las vanguardias artísticas, de alguna manera, han servido de refugio para mediocridades impresionantes. Hay una clase de personas que necesitan participar en lo que llamamos arte, pero que están negadas para cualquier acto de valor y para acceder al arte lo primero que se necesita, incluso antes que talento, es valor."


Leo los diarios de Susan Sontag, Aire nuestro de Manuel Vilas, La tarde de las gaviotas de Ana María Navales... Leo sin concierto, sin batuta; a veces leo, además, con serias dificultades de concentración; otras, absorta y volcada. Pero de nuevo con ráfagas de alegría que anticipan mi incorporación al mundo, un despertar -aparatoso aún- tras un tiempo de melancolía y entumecimiento, meses demasiado largos extraviada en una selva espesa y oscura, una selva sin flores que asaltar.

A mi alrededor, un desfile de objetos se han averiado: el ordenador, la impresora, el tostador, la aspiradora, el coche... Parecía una batalla a muerte contra mí, una prueba contra mi resistencia en los ya de por sí peores momentos. Pero ya no me alteran las cosas rotas, todo se pudrirá, pienso en una vida más amplia, en no romperme yo y escribir. Aunque estén ahí esos instantes peligrosos en que se desmocha la cuerda. El mundo es más amplio, me digo. Y ahora ya tengo un lugar donde vivir en la ciudad. Estaré a caballo de este diminuto pueblo y Zaragoza.
Y la escritura llegará, con todo.    

viernes, 17 de febrero de 2012

¿Qué sea muerte?


                                     

                                                Solo La Muerte sobrevive sin nada que reemplazar.

                                                Cada cosa es, en efecto, otra cosa.
                                                   
                                                Cada botadura es reversible.

                                                Menos Ella.

                                                Capotéame. O reemplázame


                                                                                                     Luz Caviria