martes, 21 de diciembre de 2010

La casa de los vientos

Pintura de Van Gogh


Una negrura calma se ha apoderado ahora de las ventanas desnudas de esta casa. Tal vez mi casa es ya recuerdo. No la poseo aunque la tenga. Lo que me gusta de ella es también lo que temo. En esta casa atravieso casi cada día vastas soledades. Por la mañana el viento la vapuleaba a gritos y yo gozaba de esa compañía. Me gustaba responder con escalofríos a ese merodeador recalcitrante de caparazones habitados que es el viento en los paisajes escasamente poblados. El viento hila finos ayes, agudos lamentos, teatrales amenazas cuando encuentra una casa solitaria que alberga a una mujer errática con una gata asustada en los brazos. Ahora es de noche y la casa ha dejado de mecerme. En un rincón, mi sombra está inmóvil vigilando. Mis huesos inquietos procuran no molestar a mi sombra.