viernes, 10 de diciembre de 2010

Gatos y abismos

Una vez escribí en un poema que la infancia era el primer cachorro rescatado del abismo. Observar a Gina me proporciona una alegría doméstica y salvaje. Tal vez sea porque como decía Denys Finch, el Robert Redford de Memorias de Africa, “los animales no hacen nada sin entusiasmo”. El que a mí me falta estos días, lo busco en Gina. El problema es que un día de estos de atrás, en un momento en que me sentí desolada, me volqué sobre ella y la abrumé tanto con mi abrazo humano que me miró perpleja y enfadada y se me escabulló rezongando y murmurando no sé qué acerca de la torpeza de mis repentinos delirios amorosos.

Tres momentos matinales de Gina

Gina bebiendo agua del grifo, convencida de que se trata de un manantial natural.
Gina buscándome después de haberla fotografiado.
Gina posando en la ventana de la cocina. En su frente se refleja la cámara y parece que le hubiera nacido ahí un tercer ojo.