martes, 28 de diciembre de 2010

Y Dios en el ojo de la cámara


Tiene siete años y ha protagonizado la anécdota de la navidad. Se llama Olivia, precisamente como la protagonista de "Pieza de navidad" de Shakespeare. Y precisamente a la navidad, y por ende a un cura, les ha asestado una ironía digna de contar.

Estábamos nueve amigos celebrando vinos y viandas en una auténtica casa bachelardiana (ya explicaré otro día los atributos de esta morada de los sentidos -que no simple casa- como diría Bachelard) cuando Olivia y su madre relataron la ocurrencia.

Al parecer, un cura le dijo a la niña que no existía papá noel; no recuerdo bien qué adujo, algo así como que nadie lo había visto de verdad; en fin, no me acuerdo de esta parte del todo. Supongo que el cura procuraba defender la visión religiosa de la tradición navideña frente a la versión epicúrea que representa el barrigudo hombrecillo del festivo traje rojo y el gorró con pompón. Imagino que el cura ocultaba en la manga un sermón inmediato sobre austeridad y pensaba endilgarle a Olivia la estampa de los reyes magos y sus simbólicos y humildes presentes. Seguramente, el de la negra sotana planeaba hablar sobre agravios comparativos y criticar la frivolidad del gordinflón que, ataviado de fieltro escarlata nada menos, atraviesa las nubes gritando jo-jo-jo y despachando a su paso emperifollados paquetes que contienen algo más que oro, incienso y mirra.

El caso es que el cura, curtido por la edad y los sermones ortodoxos, le dijo a la dulce niña presumiblemente cándida y argumentativamente indefensa, que papá noel no existía.

Y ahí fue cuando Olivia, más directa, segura y rápida que las intenciones del cura, protestó y concluyó:
"¡Por qué no va a existir papá noel! ¿Y Dios qué? ¿Dónde están las fotos de Dios? ¡A ver, nadie tiene fotos de Dios!"